Análisis coyuntura Abril 2025: Defender el multilateralismo en tiempos de Trump como presidente de EE.UU

Banderas de naciones

Cada vez es más evidente que la coyuntura geopolítica está marcada por los esfuerzos de Trump por recuperar una iniciativa política que EE.UU. estaba perdiendo a manos de los llamados países emergentes, especialmente China. Su lema es “América primero” y sus alianzas internacionales se tejen con gobiernos, partidos y movimientos de carácter nacionalista/fascista como los de Orbán o Abascal.

Para entender esta posición defensiva del nacional capitalismo de USA, nos detenemos un momento en repasar una realidad que nos presenta Atilio Borón en un reciente artículo que detalla algunos datos como que China es responsable del 31.6 por ciento de la producción manufacturera mundial, seguida por EEUU con un 16 por ciento, y Japón y Alemania con el 5 por ciento cada una, pero sólo el 14.1 por ciento de las exportaciones chinas se dirigen a Estados Unidos, mientras que el 85.9 por ciento restante van a todo el mundo.

Al mismo tiempo se calcula que desde los años ochenta del siglo pasado, EEUU sufrió la desaparición de unas 90.000 empresas industriales, la mayor parte deslocalizadas en el marco de la globalización neoliberal, de manera que si en 1950 la industria manufacturera representaba un cuarto del PIB estadounidense, en la actualidad no llega siquiera al 10 por ciento y su fuerza de trabajo fabril, que a mediados del siglo pasado estaba por encima del 30 por ciento del total, en el 2020 apenas llegaba a un 8 por ciento.

Por no hablar de la falta de una mano de obra cualificada, que no existe en números suficientes en Estados Unidos. Tengamos en cuenta que en el año 2000 ese país y China graduaban un número aproximadamente igual de estudiantes en ingeniería y en computación, una cifra cercana a los 200.000 pero en 2020 China graduó a 1.380.000 estudiantes, mientras EE.UU. solo alcanzaba los 197.000 graduados.

Señala Atilio que el propio Friedman en un reciente viaje a China, escribió: “Cuentan con 39 universidades con programas para formar ingenieros e investigadores en la industria de las tierras raras. Las universidades de Estados Unidos y Europa, en su mayoría, solo han ofrecido cursos ocasionales” y además, las tierras raras, materiales cada vez más estratégicos para la informática actual y, especialmente, en sus aplicaciones militares, tienen sus mayores depósitos precisamente en China.

Es decir, para lograr que Estados Unidos se convierta en una potencia industrial se requieren empresas, que hoy no están; capitales, que fueron premeditadamente desviados hacia la especulación financiera y no a la producción, inversamente a lo ocurrido en China donde se realizó una planificación económica en favor de conjugar el desarrollo tecnológica con el aumento de la capacidad productiva.

En esta perspectiva, EEUU asume que solamente desconectando a una parte importante de la comunidad internacional de China e incluyéndola en un área de influencia propia, puede revertir por la fuerza a la que no puede hacer frente con sus propias capacidades, apareciendo así la estrategia de Guerra Fría.

En este objetivo, ya hemos referido en análisis anteriores como Trump activa, desde su vuelta a la Casa Blanca, varias líneas de actuación:

  1. En Ucrania y Rusia: Intenta detener la guerra, tratando de forzar un acuerdo entre Zelenski y Putin que le permita apoderarse de gran parte de las materias primas ucranianas, mientras se aproxima a Putin con el objetivo de alejarlo de China y al tiempo redirigir recursos que ahora dedica a la guerra hacia la economía interna estadounidense.
  2. OTAN y gasto militar: Trata de compensar la pérdida de beneficios de la industria militar estadounidense por la posible paralización de la guerra de Ucrania, con un aumento del gasto militar en los países de la OTAN, fundamental de la UE.
  3. Oriente Medio: Refuerza a Israel, permitiendo el genocidio del pueblo palestino, eliminando gobiernos “incómodos” como el de Siria y preparándose para enfrentar a Irán. El objetivo es controlar los recursos de la región y frenar la conexión de China con el Mediterráneo a través de la Nueva Ruta de la Seda.
  4. América Latina y el Caribe: Aumenta la presión para frenar proyectos de integración regional que puedan liberar a la región del dominio estadounidense.
  5. Ofensiva arancelaria y área de influencia: Lanza una ofensiva comercial para blindar la economía nacional, extraer recursos para su capital, y avanzar en la creación de un área de influencia desconectada de China, donde imponer su control sobre materias primas.
  6. BRICS+: Establece movimientos estratégicos con India y Arabia Saudí para frenar el avance de los BRICS+ y debilitar su capacidad de confrontar el orden económico internacional vigente, basado en el FMI, el Banco Mundial y, en particular, en la hegemonía del dólar.

También hemos analizado como la vuelta de Trump a la Casa Blanca ha provocado una crisis con aquellos países que en el seno del eje Atlántico Norte siguen defendiendo la globalización neoliberal como táctica para mantener la hegemonía de Occidente frente el avance de las economías emergentes, Canadá, Reino Unido y la UE, reunidos en la cumbre de Londres en febrero.

En principio Trump tiene ventaja en esta disputa, dada la debilidad económica y política de la UE, que ha renunciado a ser un actor independiente, pero necesita a esta debilitada UE para que le libere recursos que dedicar al reforzamiento de su potencial industrial.

Una duda es cómo reaccionará el sector existente dentro del capitalismo estadounidense, aunque en un primer momento esta desorientados y sin referentes públicos tras la victoria de Trump, se debe esperar que den la batalla contra las medidas que impulsa el Presidente de EEUU, espiral arancelaria incluida, en la medida que sus intereses que dependen de un mercado global se verán perjudicados en un mundo desacoplado.

Este sector, que puede tener un cierto peso dentro de la administración, tendrá como aliado una parte amplia de la población estadounidense, en la pueden incluirse antiguos votantes de Trump, que se vera perjudicado por el incremento de precios que puede suponer la espiral arancelaria.

Esta confrontación interior, puede suponer un freno a las medidas mas agresivas que trate de impulsar Trump, la duda es su capacidad, no para hacer revertir algunas medidas, sino para revertir la estrategia en su totalidad y obligar al presidente de EEUU a entrar en la senda de la negociación con el resto de la comunidad internacional.

Esta confrontación se expresará en tensiones de diversos ámbitos, sobre todo, comerciales, que seguirán, al menos, hasta la cumbre de la OTAN de Junio en La Haya, en la que esta organización no se disolverá, pero si puede reconvertirse una vez mas, en La Haya veremos hasta donde el Reino Unido logra acercar posiciones entre ambos sectores del capitalismo.

En esta Cumbre, el objetivo de Trump es claro: Hacer que la UE pague por la OTAN, mientras que EE.UU. mantiene el control, utilizándola como herramienta de su estrategia geopolítica.

El objetivo de la UE, sin embargo, no está tan definido. De los acuerdos de la Cumbre de Londres y los acuerdos posteriores del Consejo Europeo, se puede deducir que la UE se empeña en prolongar la Guerra de Ucrania de manera indefinida, mantener a Rusia como el enemigo, impulsar una economía de guerra basada en el aumento del gasto militar y todo ello dentro de una OTAN a redefinir en la Cumbre de la Haya.

La duda es hasta cuando podrá mantener esta posición y el grado de resonancia interior que encuentre el aumento del gasto militar a costa de la disminución del gasto social.

Todos estos movimientos de Trump, deben entenderse dentro de la estrategia que ya hemos referido de llevar al mundo a una nueva situación de Guerra Fría, que consiga dividirlo en bloques de países enfrentados y sobre todo desconectados entre sí, porque este es un objetivo geopolítico fundamental de la ofensiva arancelaria: Levantar un muro que desconecte la economía de EEUU de otro bloque formado por China y los países que no acepten el chantaje económico y militar norteamericano.

Un objetivo es intensificar la guerra comercial con China, y continuar la presión militar sobre China para intentar arrastrarla a una carrera armamentista que le obligue a desviar hacia la industria militar recursos que China necesita para alcanzar su meta de proporcionar al pueblo una vida modestamente acomodada para 2039.

Otro objetivo es conseguir recuperar un área de influencia geopolítica desde la que EE.UU. pueda imponer reglas de funcionamiento económico, comercial y político que permitan acumular capital para relanzar su sistema productivo, hoy por hoy, muy por debajo de China.

Nada nuevo en la historia, recordemos cómo se consolidó la hegemonía estadounidense en el mundo occidental tras la II Guerra Mundial, la desaparición de los imperios coloniales europeos y el desarrollo de la Guerra Fría del siglo XX.

Al mismo tiempo que se comprueba la debilidad del sistema productivo de EEUU, que hemos analizado, también hay que considerar que desde el final de la presidencia de Obama los propios centros de estudios estratégicos estadounidenses vienen señalando que China lleva la iniciativa en las relaciones internacionales.

China ha sido capaz de ampliar su ámbito de relaciones internacionales apostando por la Alianza BRICS, donde participan de una manera u otra importantes aliados tradicionales de EEUU, como India, Turquía, Arabia Saudí, y que ha penetrado con fuerza en África, América Latina y en el Caribe a través del desarrollo del mayor proyecto de cooperación al desarrollo mundial que es la Nueva Ruta de la Seda, sin olvidar sus iniciativas para un acercamiento de todas las corrientes palestinas o el acuerdo entre Arabia Saudí e Irán.

En el intento de revertir esta situación, recuperando la iniciativa política y fortaleciendo la economía productiva de EEUU, Trump ha desarrollado su política exterior con la precipitación que le impone la necesidad de revertir la situación anteriormente descrita, antes de que sea irreversible la decadencia de la hegemonía occidental y el avance del multilateralismo.

En un primer momento Trump priorizó el intento por conseguir un acuerdo entre Zelenski y Putin para paralizar la guerra de Ucrania. Un acuerdo que beneficiara a la industria de EEUU apoderándose de recursos y riquezas naturales de Ucrania, además de apuntarse un tanto con Putin en su objetivo de separarlo de China y de los BRICS+ y que al tiempo situara a Trump protagonista de la política internacional.

A pesar de la intensa actividad desarrollada por la diplomacia de los USA, la realidad es que, hoy por hoy poco se ha avanzado sobre el terreno, pero “curiosamente” la guerra de Ucrania ha desaparecido de los titulares de prensa, igualmente que ha desaparecido la ofensiva genocida que el ejército de Israel sigue desarrollando en Palestina.

En este momento la centralidad de la agenda política la ocupa la ofensiva arancelaria que Trump ha emprendido en los últimos días con un anuncio generalizado de imposición de aranceles que tratan de blindar la débil economía estadounidense, incapaz de competir por sus propios medios en el mercado internacional.

Una ofensiva que además de tener los objetivos económicos anteriormente analizados de favorecer la economía productiva de EEUU, tiene una perspectiva geopolítica que Trump ha desvelado rápidamente y que hay que enmarcar en la estrategia que hemos definido como Guerra Fría.

La perspectiva geopolítica de la ofensiva arancelaria de Trump se empieza a descubrir cuando las medidas impuestas por Trump se dividen en tácticas y estratégicas. Situando como tácticas, las relacionadas con esos países aliados a los que Trump no solamente pretende recuperar, sino que trata de desconectar de China y como estratégicas las medidas tomadas en relación con los países declarados enemigos irreconciliables, fundamentalmente China.

Comprobemos dos cosas, una, que no se ha difundido suficiente, es que la presión arancelaria se intensifica sobre aquellos países que mantienen relaciones importantes con China para trasladarles el mensaje de que elijan tener relaciones con EEUU o con China, porque no se les permite por Trump tener relaciones con ambos a la vez. Aparece aquí la citada desconexión como elemento básico del estado de Guerra Fría.

Otra cuestión a tener en cuenta, es que tanto en China, como en la UE ante la imposición de aranceles habían conjugado una llamada al diálogo, con un anuncio de incrementos de aranceles como respuesta a las medidas de Trump, pero la contestación del presidente de EEUU ha sido diferente. Mientras anuncia una desorbitada escalada de aumento de los aranceles a China, suspende durante 90 días la aplicación de las medidas con Europa y con aquellos países que le ha interesado, al tiempo que la UE también anuncia que suspende sus medidas de respuesta.

Pues bien, si tomamos el calendario, nos encontramos que en este plazo de 90 días se celebrará la Cumbre de la OTAN, en la que antes hemos señalado que se intentará encontrar un acuerdo entre los dos sectores que hoy se enfrentan en el seno del capitalismo, los que anteriormente habíamos definido como el nacional capitalista representado por Trump y el capitalismo globalista referenciado por la Cumbre de Londres.

El resultado de esta Cumbre de la OTAN, el grado de acuerdo que se alcance será importante, para determinar la capacidad que tenga Occidente para influir en la Cumbre de los BRICS+ de Julio en Brasil, tratando de evitar que se den pasos sólidos en defensa de un nuevo orden internacional de carácter multilateral, que acabe con la dictadura del dólar sobre la economía mundial, verdadero sustento del poder coercitivo de EEUU sobre el resto de países.

De esta manera, situada la confrontación geopolítica actual entre quienes quieren imponer una nueva Guerra Fría que divida al mundo en bloques desconectados entre sí y quienes luchamos por un orden internacional multilateral sin poder hegemónico que una a los pueblos en un proyecto común de futuro para toda la humanidad en armonía con la naturaleza, comprobamos que tenemos tres fechas clave en 2025:

• Cumbre de la OTAN en La Haya (junio): Se comprobará si hay acuerdo que permita que la OTAN siga siendo el soporte de la política exterior de EE.UU. aunque ahora la paguemos los europeos.
• Cumbre de los BRICS+ (julio): En la que se comprobará si consiguen concretar los acuerdos de Kazán y ampliar su influencia con nuevos miembros, afianzando su papel en favor del multilateralismo.
• Asamblea General de la ONU (septiembre): La ONU debe reclamar el papel para el que fue creada, y reformarse para que pueda ser efectiva en el cumplimiento de los principios de su Carta Fundacional.

En estos tres espacios de confrontación política y diplomática internacional se juegan importantes cartas de cara a definir el futuro inmediato de la humanidad, y será determinante la capacidad de movilización de las organizaciones populares del mundo, así como la posición que asuman gobiernos progresistas, democráticos y antiimperialistas. De igual forma será decisivo lo que ocurra dentro de los propios EE.UU., donde, como ya hemos visto, no hay unanimidad sobre la nueva Guerra Fría ni sobre la ofensiva arancelaria.

El resultado de esta confrontación determinará no solo el curso de la historia inmediata, sino el modelo de convivencia entre los pueblos del planeta, la posibilidad de poner límites al cambio climático, defender los derechos sociales, e impulsar una economía mundial más equitativa y solidaria.

El llamado a la acción internacional parte del convencimiento de que los pueblos no somos espectadores pasivos de la historia, sino actores protagónicos de su transformación. La creación de un nuevo poder popular mundial requiere de la articulación de todas nuestras luchas, de todas nuestras resistencias, de todas nuestras propuestas.

Somos millones de personas, organizaciones, movimientos y expresiones sociales, populares y políticas en todo el mundo que compartimos principios fundamentales y una común vocación de transformación.

Reivindicamos la soberanía de los pueblos, el derecho a la autodeterminación, el respeto a la diversidad cultural y política, y la construcción de un nuevo orden multipolar basado en la paz, la justicia social, la igualdad, la solidaridad y el respeto a la naturaleza.

Nos oponemos al imperialismo en todas sus formas, al colonialismo, al racismo, al patriarcado, al saqueo económico y a la destrucción ambiental. Rechazamos la militarización, las guerras de agresión, el intervencionismo y las sanciones unilaterales que castigan a los pueblos.

Impulsamos un horizonte común de transformación civilizatoria, que recupere el sentido colectivo de la vida, la centralidad de lo común y de lo público, y la construcción de nuevas formas de relación entre los seres humanos y con la naturaleza.

Para avanzar en esta dirección, proponemos la creación de una plataforma de articulación internacional que se constituya en un espacio abierto, plural, democrático y representativo de las más diversas expresiones del movimiento popular mundial.

Este espacio tendrá como objetivos principales:

  • Contribuir a la construcción de un nuevo internacionalismo de los pueblos, basado en la solidaridad, la complementariedad y el respeto a las identidades propias de cada proceso.
  • Promover el intercambio de experiencias, saberes y estrategias entre organizaciones y movimientos sociales de todo el mundo.
  • Impulsar campañas y acciones globales en defensa de los derechos de los pueblos, de la justicia social y ambiental, de la paz y contra toda forma de opresión y dominación.
  • Incidir en los principales escenarios de debate y decisión internacional, con propuestas y posicionamientos propios.

Esta plataforma no pretende sustituir a ninguna organización o articulación existente, sino fortalecerlas mediante la generación de sinergias, el reconocimiento mutuo y la construcción de una agenda común de luchas y transformaciones.

Convocamos a todas las personas, movimientos, organizaciones y redes del mundo que compartan estos principios y objetivos a sumarse a este proceso de construcción colectiva, con el compromiso de aportar desde su propia identidad, experiencia y territorio.

Creemos firmemente que es posible construir un nuevo internacionalismo de los pueblos, capaz de hacer frente a los desafíos globales de nuestro tiempo y de abrir caminos hacia un futuro de dignidad para toda la humanidad.